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miércoles, 1 de abril de 2020

CORONAVIRUS: BUSCAR CULPABLES Y JUZGARLOS

Cuando nos enfrentamos a una catástrofe natural o cuando surge una epidemia, lo primero que se debe hace es buscar soluciones a los problemas que se derivan de las mismas. Pero el ser humano se inclina a buscar culpables, en lugar de unirse y colaborar para evitar que los problemas aumenten. Lo primero es salvar vidas y evitar que mueran más personas. Luego vienen otras medidas,  que fortalezcan la defensa y la previsión de nuevas catástrofes.

Lamentablemente, las catástrofes no siempre vienen solas, tras una viene otra, sobre todo cuando una se ellas dura más tiempo de lo que se pudiera haber previsto. Se produce une especie reacción en cadena. Es lo que está pasando con la pandemia del Covid-19. Tras esta pandemia es muy posible que aparezcan nuevas epidemias o catástrofes naturales de gran envergadura en cuakquiera de los continentes del planeta. Se escribirán muchos libros en el futuro e incluso se filmarán películas y series de televisión que narrarán o describirán muchas historias de héroes y de villanos, de buenos y malos, de intrigas, de odio, de deslealtad, de amor y de esperanza, que tienen como escenenario a todos los países del mundo, durante esta etapa de nuestra historia. 

Entre todo aquello, que muchos autores escribirán de mil maneras, magnificando actos normales como actos de extrema valentía y romanticismo y que muchos productores adornarán con efectos especiales, a veces se tratará de señalar a los supuestos culpables, al mismo tiempo que se enaltecerán los supuestos valores morales o de patriotismo. Las butacas de las salas de cine o los sillones de nuestras casas serán testigos de la alegría o el dolor que experimentaremos al ver aquellas escenas, de tal modo que a más de alguno le hará saltar las lágrimas.

Ya en épocas pasadas se culpaba a algunos grupos étnicos de problemas que, en realidad,  tenían su origen en la superestructura de una sociedad determinada. Ahora también se empieza a culpar a grupos étnicos, religiones o activistas pacíficos. Ocurre en España, cuando se pretende culpar a los movimientos feministas y al gobierno por participar en la marcha del 8 de marzo o por autorizarla. En otros sitios, como en una región de Francia donde se sospecha que en una iglesia evangélica se contagiaron muchas personas que luego llevaron la enfermedad a otras regiones del país.

Aquellas personas que pretenden erigirse como líderes justicieros no pueden entender algo que tiene mucho sentido común: ninguna de las personas que participaron en los cultos y marchas, o quienes las autorizaron, tuvo intención de contagiarse a sí mismos y después contagiar a los demás. Nadie sabía entonces que era tan peligroso estar tan cerca unos de otros. Por lo tanto, no hay justificación alguna para culparlos de nada.


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