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jueves, 20 de mayo de 2010

EUROPA: ¿SOCIALISMO O PSEUDOSOCIALISMO? 2

SEGUNDO DE UNA SERIE DE 3 ARTÍCULOS.
1.- LA CRISIS QUE NO TOCA FONDO: UNA REALIDAD INNEGABLE. EL PAPEL DE LA SOCIALDEMOCRACIA.

VER ARTÍCULO 1 DE ESTA SERIE
Es imposible salvar un cultivo, que ha sido atacado por plagas, por la sequía y por falta de fertilizantes. Por muchos que sean los esfuerzos, jamás se va a obtener el rendimiento deseado o esperado. Lo que se debe hacer en un caso similar es limpiar el terreno, ararlo, fertilizarlo y poner nuevas semillas. Es decir, dar comienzo a un nuevio cultivo.

Es lo mismo que  se debe hacer con la economía mundial. Son tantos los vicios y las debilidades del sistema que la sostiene que lo único que se puede hacer es cambiarlo completamente, no "renovarlo", "reinventarlo" ni nada por el estilo. Es un sistema enfermo, basado en principios absurdos de competencia, explotación y especulación, que no son más que herramientas de dominación de una clase sobre otras.

Pero ese sistema no se puede cambiar si no existe un movimiento debidamente organizado, que sirva de vanguardia en un proceso de cambios estructurales de la sociedad. Ese movimiento debe tener centros de operación en todos los países y debe enarbolar las banderas de la Justicia Universal, no remitiéndose únicamente a defender los intereses de una nación o continente. Los explotados están en todas partes, aunque aparentemente no existan en los países desarrollados.

Por otra parte, tenemos el problema del ambiente. Actualmente no se puede separar la lucha por la igualdad de derechos de la ecología. No se trata únicamente de reivindicar los derechos de los trabajadores o de las grandes masas de desempleados, pensionistas, estudiantes, etc., sino también de salvar el planeta, en el que todos debemos intentar sobrevivir.

Lamentablemente, ha habido tendencia de separar los problemas y muchos partidos se han "especialidado" en problemas específicos, locales o nacionales. Por eso un movimiento o partido ecologista español, por ejemplo, defiende los intereses de España, en primer lugar o desde la persepctiva de ciudadano español. Un ecologista sueco hace lo mismo, desde su perspectiva de ciudadano privilegiado, en comparación con los ciudadanos de países menos desarrollados. Para los veganos, por ejemplo, lo más importante en el mundo es la defensa de los "derechos " de los animales. Para un vageno, comer carne es un delito contra la Naturaleza y se debe liquidar todos los mataderos y criaderos de animales.

Esa forma de pensar es absolutamente incomprensible para un habitante de un país menos desarrollado, en donde comer carne es un privilegio de los que tienen mayores recuros económicos. Por otra parte, el ser humano ha comido carne durante milenios y su organismo necesita las proteínas que tiene ese alimento, que son irreemplazables por otros alimentos.

En cuanto a los partidos de izquierdas, hay tal variedad de minúsculos partidos y son tan grandes las diferencias ideolócicas, tácticas y estratégicas, que es imposible lograr la unidad entre ellos. Lo único que los une es su rechazo al capitalismo y al imperialismo, pero están tan amarrados al sistema que  difícilmente pueden convencer a los ciudadanos y obtener nuevos posibles seguidores.

Los medios de comunicación los ignoran o los minimizan aún más. Las luchas entre ellos mismos no favorecen tampoco la unidad o el acercamiento en sus posiciones ideológicas.

A lo anterior debemos considerar el enorme "éxito" que ha conseguido la socialdemocracia, que ha logrado convencer a los ciudadanos de que ellos también son de izquierda y han utilizado durante más de un siglo el nombre de socialistas. Eso ha hecho posible que la socialdemocracia haya gobernado durante muchos decenios en varios países europeos como Francia, Alemania, Suecia, etc.

Para afianzar su poderío los socialdemócratas se apoderaron de muchas banderas enarboladas por la izquierda y las hicieron aparecer como propias, con lo que consiguieron avances sociales que que no se pueden desconocer, pero que nunca fueron suficientes.

Fue así como se logró en una época la llamada "Sociedad del Bienestar" o "el Estado del Bienestar". Favorecieron ese bienestar la explotación de fuerza de trabajo extranjera y la comercialización de productos manufacturados o refinados, entre los que se puede mencionar una enorma variedad como maquinarias y vehículos de toda índole, armamento, repuestos como rodamientos, alternadores, baterías, etc.; aceites lubricantes, fertilizantes, desinfectantes, etc. La lista es tan grande que se necesitaría editar un libro más grande que una guía o directorio telefónico de una gran ciudad para poderla completar.

Ya sabe el lector que la venta de esos productos generó enormes ganancias, además de dependencia por parte de los países menos desarrollados, a los que se les negó la tecnología necesaria para obtener ellos mismos la fabricación de esos productos.

El sistema de patentes y marcas registradas les permitía a las grandes empresas europeas y norteamericanas (posteriormente también las japonesas) asegurarse la producción y venta de todo tipo de artículos manufacturados o de herramientas para producirlos.

A lo anterior se sumaron una serie de convenios económicos que aseguraban el control del comercio por parte de las empresas multinacionales y sus asociadas, las empresas financieras, representadas o avaladas principalmente por el FMI y el Banco Mundial.

Para obligar a los paises dependientes a hacerse cada vez más dependientes, se les convenció para endeudarse con la banca internacional, que les imponía condiciones injustas, gravándolas con altos intereses y comprometiéndolos a seguir los lineamientos económicos y políticos de Estados Unidos, el gestor y principal soporte del sistema financero mundial, que actualmente está en crisis.

A pesar de que los representantes de la socialdemocracia afirmaban estar en contra de muchas medidas injustas, finalmente siempre aceptaron inclinarse ante las grandes empresas. Para ellos, lo más importante era el desarrollo de sus propios países. Además, conciente o inconscientemente, aceptaron y aplicaron el modelo capitalista y ayudaron a acallar a quienes proponían otras soluciones. Asímismo, colaboraron con todas las dictaduras militares que aplastaron cualquier intento de cambios sociales en Latinaomérica, por ejemplo. No lo hicieron abiertamente. En algunos casos se denunció y atacó a los regímenes dictatoriales, como lo hizo el primer ministro sueco Olof Palme. Pero todo quedaba en palabras, porque finalmente siempre se hacía lo que imponía Estados Unidos y sus aliados en Europa.

Lo que vemos actualmente no es sino el resultado de toda esa ambigüedad y sumisión de la socialdemocracia a los dictados de la gran burguesía europea y norteamericana.

Por eso los gobiernos de España, Grecia y Portugal se ven obligados a tomar medidas más típicas de gobiernos de derechas que de socialistas, para intentar salvar sus deterioradas economías.

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Nota del 26 de mayo:


Nota del 23 de mayo 2010: UNA CRISIS FINANCIADA POR SUS VÍCTIMAS