La noticia de la detención de la campeona española en atletismo, Marta Domínguez, puede llevarnos a pensar en la farsa que fué España durante la dictadura de Franco, que enalteció el chovinismo español hasta el extremo de hacer creer a sus ciudadanos (perdón, súbditos) que España era el mejor país del mundo, como también lo era su sistema de gobierno.
La detención de la campeona en carreras de fondo bien puede hacer reflexionar sobre la legitimidad que tiene España sobre los trofeos ganados en deporte. ¿Estaba dopada esta atleta cuando ganó sus medallas de oro? ¿Estaban dopados otros deportistas cuando ganaron sus campeonatos mundiales, como es el caso del mundial de fútbol?
Aún no está demostrado que Marta Domínguez esté implicada en la trama de traficantes de sustancias prohibidas (VER). La presunción de inocencia siempre debe ser respetada. Pero mucha de la gente con la que esta atleta española tenía contactos importantes lo ha estado, desde hace muchos años. Basta con leer la lista de sus colaboradores más cercanos, como su ginecólogo, para darse cuenta de la gran red que había a su alrededor. Esa red seguramente tiene conexiones con muchos otros deportistas, algunos de los cuales han hecho gritar de éxtasis a millones de españoles, creyendo que España era superior a otros países, en deporte.
Es una estafa que perjudica a otros deportistas y que deja muy mal parada a una España que se revuelca por el dolor de la crisis económica provocada por el neoliberalismo.
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