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domingo, 2 de enero de 2011

RESCATANDO CONCEPTOS 3: IGUALDAD

TERCER CAPÍTULO DE ESTA SERIE: IGUALDAD

Nuevamente, en los mensajes de Navidad o fin de año, resaltan aquellas frases en las que se menciona efusivamente la palabra PAZ. Por supuesto que se recurre a muchos mensajes evangélicos y quienes más usan la palabra paz son el Vaticano -en la persona del señor Papa- y muchos otros gobernantes, especialmente aquellos que toman decisiones sobre bombardeos e invasiones en territorios extranjeros.

Es hermoso hablar de paz, de armonía, de tranquilidad. Y es lo que todos los humanos necesitamos. ¿Quién no desea que llegue el día en que podamos pasear por las calles con absoluta seguridad y que jamás tengamos que temer un ataque terrorista, estemos en el país que estemos? ¿Quién no desea que todas las naciones y países se unan en un abrazo fraternal y que desaparezcan los discursos que incluyen amenazas hacuia otros países?

Por supuesto que la paz es el objetivo final de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, como se cita en muchos textos religiosos. Bueno, los textos religiosos no mencionan a las mujeres. Pero lo hacemos nosotros, los que hemos entendido que no somos sólo los hombres los que hacemos historia en el mundo y en las sociedades modernas.

Hasta aquí todo es maravilloso y nos podemos dejar contagiar por las luces y por la música de miles de intérpretes de villancicos y de otras manifestaciones musicales de los últimos siglos. En nuestras mentes vamos dibujando aureolas y otras formas geométricas que nos hacen sentir una paz profunda en nuestro ser. No son pocos los que siguen mencionando el corazón como centro receptivo principal, en lugar del cerebro. Y creen que los sentimientos y todo lo que nos emociona o nos hace tomar decisiones están alojados o son generados allí. Se sigue hablando de personas de "buen corazón".

Dejémoslo así, como dicen en Venezuela, cuando se quiere sanjar una discusión. No importa lo que sepamos o creamos sobre nuestros pensamientos o nuestros sentimientos. Lo importante es que todos nos dejamos envolver por esa gran manta protectora que conocemos como paz.

Pero no nos dejemos engañar con que la paz es lo único que puede traernos la felicidad o que ésta se puede conseguir así, de buenas a primeras, enterrando los deseos de lucha por lograr la Justicia Social. La paz es imposible sin igualdad.

La paz es imposible mientras una nación ejerza hegemonía sobre otras naciones. La paz es imposible mientras los ricos sigan siendo más ricos y los pobres sigan siendo más pobres. La paz es imposible mientras los gobiernos sigan ayudando a los grandes banqueros y olviden las justas reivindicaciones de las grandes masas de trabajadores, que hacen posible que las sociedades obtengan desarrollo y riquezas.
Muchos de los discursos sobre la paz están destinados a adormecer o anular los deseos de lucha por un destino más justo para los pueblos. En lugar de hablar tanto de paz deberíamos hablar más de IGUALDAD.

Ahora ¿qué es igualdad? Como siempre habrán distintas respuestas, dependiendo muchas veces de los intereses de cada cual. Pero hay enunciados que son muy claros para entender su significado. Y no hay nada más simple que recordar que igualdad viene de igualar, en términos matemáticos, algo que tiene la misma cantidad, forma y característica.

Ahora bien, lo que interesa como seres humanos, es tener los mismos derechos, que nadie se considere superior a otros ni que pretenda erigirse como amo de alguien. Los seres humanos nacimos iguales ante la ley y ante la sociedad, aunque algunas estructuras sociales hayan relegado ese derecho a un segundo o tercer lugar, permitiendo discriminaciones de todo tipo, haciendo diferencias entre el hombre y la mujer, por ejemplo.

Todos los seres humanos deben tener derecho a la educación integral y a la distribución equitativa de los bienes que produzca la sociedad, algo que está muy lejos de lograrse en las actuales sociedades capitalistas y en aquellas que aún conservan estructuras de tipo feudal, monárquico o teocrático. Muchas veces se combinan todas esas estructuras en una sola, en la que el linaje, la  herencia y el dinero son más importantes que la democracia (me refiero a la verdadera democracia, que será tratada en capítulo aparte).

El que unos niños nazcan en clínicas privadas, con la mejor atención médica, con los mejores recursos a su disposición y otros niños nazcan en hospitales insalubres, en los que las moscas se mezclan con la sangre y residuos, donde no hay medicinas suficientes,  es una aberración, es un insulto a la razón y la conciencia humanas.

No es digno de la actual sociedad capitalista global que haya países en los que los niños puedan nacer con todas las comodidades a su alcance y puedan elegir entre varias opciones mientras hay países en los que las madres parturientas deban recorrer largas distancias, de uno a otro hospital, para obtener atención antes de que nazcan sus hijos. Es obvio que la posibilidad de que un niño nazca y sobreviva es mucho mayor en los países ricos que en los países pobres. Y es mucho mayor la posibilidad de que un niño nazca sano en una clínica privada que en un hospital público, donde no hay recursos suficientes para atender ni a la madre ni al recién nacido.

Estamos frente a una realidad insólita, en la que la igualdad ya es violada desde mucho antes de nacer. Desde ahí van multiplicándose los efectos de la desigualdad social, hasta llegar a la edad adulta, en la que algunos seres humanos son arrojados como despojos, después de habérseles arrebatado todas sus energías, generando ganancias que disfrutarán unos pocos gerentes y directores de banco o de grandes empresas. Los derechos de pensión que se habían adquirido en otras épocas, cuando se creía que la sociedad capitalista se podía "humanizar", se van perdiendo. La edad para dejar de trabajar y recibir el dinero que han ahorrado para su edada avanzada se va aumentando, impidiendo que millones de trabajadores tengan una vejez digna.

La educación es elitista y quienes tienen más dinero pueden elegir los mejores centros de estudio, al mismo tiempo de tener asegurada su manutención hasta la edad que deseen, pudiendo saltar de una carrera universitaria a otra y de un doctorado a otro. La mayoría de las veces esa educación es financiada por las arcas fiscales, es decir con el dinero que aportan todos los contribuyentes, incluidos aquellos que nunca obtendrán ayuda suficiente en su vejez.

Los puestos de trabajo con mejor remuneración en las grandes empresas y en los servicios públicos estarán asegurados para aquellos que obtuvieron mejor educación profesional o para aquellos que lograron comprar sus puestos, por ser hijos de gerentes o directores de bancos o empresas.

En los países europeos u otros que adquieren el estatus de países desarrollados, se aprovecha la fuerza de trabajo de los inmigrantes. Estos inmigrantes recibieron, en la mayoría de los casos, la preparación escolar en sus países de origen, por lo que los países anfitriones no invirtieron dinero en su preparación.

Aún así, esos inmigrantes deben quedarse trabajando en esos países hasta llegar a la edad de su pensión. En caso contrario perderán el dinero que el estado les había descontado de sus salarios, para asegurar sus jubilaciones.

Es verdad que muchos inmigrantes logran subir de estatus en los países en los que trabajan. Pero la gran mayoría son discriminados y relegados a puestos de trabajo que son rechazados por los nacidos n esos países. Pasan a ser ciudadanos de segunda categoría. Luego, son los primeros en quedar sin trabajo cuando aparecen las crisis económicas.

Todo lo anteriormente expuesto son ejemplos de desigualdad. La explotación de la fuerza de trabajo para generar ganancias para unas minorías, en todos los países del sistema capitalista globalizado, es un sistema desigual e injusto, que debe terminar, tarde o temprano. Sólo entonces se podrá la igualdad social y sólo entonces se podrá garantizar la paz.

ENLACES:


CAPÍTULO 1 SOLIDARIDAD

CAPÍTULO 2 LIBERTAD

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OTROS ENLACES:
IGUALDAD SOCIAL... Ruut Beenhoven

SIN PAZ CONTINUARÁN LOS TIEMPOS ACIAGOS, Elías Chávez

Es muy curioso que no existan artículos suficientes en Internet, que aborden este tema. Es como si  se aceptara tácitamente que la paz es independiente de factores tan importantes como igualdad y justicia social.

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