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miércoles, 10 de febrero de 2010

RECUPERANDO EL IDIOMA CASTELLANO 3

TERCER CAPÍTULO
o
¿HAYGAN, HAIGAN O HAYAN? ¿HAYA O HAYGA O HAIGA?
o
He aquí otro caso de deformación del idioma castellano. Recuerdo haber sido corregido por algunas personas cuando he dicho, por ejemplo: “Una persona que haya cometido un delito debería ser castigada”. “No se dice haya sino haiga”, me han dicho…
La palabra viene de la formación verbal en tercera persona, de la conjugación del verbo haber, en sus acepciones 6 y 7, del diccionario de Espasa Calpe.


6.- Estar realmente en una parte.
7.- Existir real o figuradamente algo.

Ejemplos: “seguramente haya trigo sembrado en aquella planicie”, “es posible que hayan seres inteligentes en otros planetas”


El verbo haber se usa, también como verbo auxiliar, para acompañar otros verbos. Específicamente se usa en el tiempo Pretérito Perfecto.


Ejemplos: “que yo haya ido, que tú hayas ido, que nosotros hayamos ido, que vosotros hayáis ido, que ellos hayan ido”. También se dice: “que ustedes hayan ido”

El verbo “haber” se suele confundir con el verbo “hallar”.

El verbo hallar es sinónimo de encontrar y significa:
1.- Dar con una persona o cosa que se busca o por causalidad.
2.- descubrir algo hasta entonces desconocido.
3.- descubrir la verdad de algo.
4.- conocer, entender, después de una reflexión.
5.- Estar presente.
6.- Estar en cierto estado.

Ejemplos: “He hallado un nido de perdices en aquellos matorrales”; “hallé un nido de perdices, ayer”; “por fin hallaron la verdad de lo sucedido, una vez que el culpable reconoció su delito”.

Un ejemplo más completo lo encuentran en el siguiente extracto de la siguiente narración “El viejo y el niño”:
Ya había transcurrido una semana, desde que habían dejado su hogar y aún no habían hallado a los hermanos del muchacho. Gracias a la joven mujer, que los había ayudado, dándoles un poco de alimento y bebida, los dos forasteros habían logrado sobrevivir. La pobre les había dado un poco de yuca y un trozo de arepa, lo único que tenía en su humilde choza de palos y hojas de palma.
Ni el viejo ni el niño hablaban ya de los hermanos. Lo que les interesaba, ahora, era hallar un lugar donde trabajar, para poder alimentarse. No podían seguir viviendo de la caridad de personas que encontraban en su camino y que apenas tenían algo para comer ellas mismas. “¿Es posible que los soldados hayan hallado a los muchachos y los hayan matado?” pensaba el viejo. “¿O habrán decidido irse con la guerrilla? A fin de cuentas, más vale morir luchando que dejarse matar sin motivo alguno” Por lo menos eso es lo que habría hecho él si hubiese sido más joven, con la experiencia que tenía en ese momento. A sus años, más bien sería una carga para cualquier grupo combatiente. Además, él nunca deseó la violencia, a pesar de haber perdido a tantos parientes, todos asesinados por los “paras” o los soldados del gobierno. Él había confiado en Dios y en “su Justicia”. Sus nietos, sin embargo, eran muchachos poco mayores que José, que lo acompañaba en su huida. Tenían toda una vida por delante y no merecían morir.
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