Repsol es una de las más grandes empresas petroleras en el mundo. Es el tipo de empresas como Chevron, Exon Mobil y ConocPhillips, que tanto daño han ocasionado al medio ambiente en muchos países, incluyendo costas norteamericanas. Son empresas multinacionales que han invertido grandes sumas de dinero en la explotación de pozos petrolíferos.
El dinero invertido, gracias a concesiones especiales que les han otorgado muchos gobiernos entreguistas, les ha producido desmesuradas ganancias, en desmedro de los intereses de los países dueños de los yacimientos de crudo.
Muchos países han intentado recuperar los yacimientos para lograr un mejor desarrollo de sus pueblos. Pero las grandes empresas se han resistido a entregar lo que no les pertenece y cuentan con el apoyo de los países coloniales e imperialistas que pueden recurrir a amenazas de todo tipo para mantener la hegemonía económica de sus empresas. Y no se puede esperar otra cosa, puesto que la superación de sus crisis económicas dependen, en gran medida, de las explotaciones de recursos naturales de los países a los que se pretende seguir saqueando, como si aún fueran sus colonias.
Esa es la explicación de por qué el gobierno de España amenaza a Argentina, que intenta recuperar lo que siempre debió pertenecerle, como país independiente y soberano.
Lamentablemente, para el colonialismo y el imperialismo no existe la soberanía de los países a los que se ha robado durante muchos decenios. Lo que prima es la defensa de los intereses de las empresas en las que directa o indirectamente tienen participación como Estado.
Asimismo, Canadá y Estados Unidos se oponen a apoyar a Argentina en su legítima defensa de su territorio nacional, en el que deberían estar incluidas las Islas Malvinas. Es natural y comprensible: los amos coloniales e imperialistas se apoyan entre ellos en contra de los países a los que han explotado y que ya no quieren seguir bajo su yugo.
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