La derecha europea sigue afianzando su poderío en países como Gran Bretaña, donde David Cameron obtiene mayoría absoluta. En España, a pesar de los múltiples casos de corruppción del Partido Popular, éste mantiene una gran mayoría en casi todas las comunidades autónomas y en el Congreso. La izquierda sigue desunida, ahora con la irrupción de Podemos y otros grupos políticos nuevos, se debilita y se dispersa. Los partidos de derechas, al contabilizar sus votos o intenciones de voto, siguen ganando. En Grecia hay un gobierno que aparentemente es de izquierdas, por negarse a hacer más recortes que afecten a la mayoría de su población. Pero mantiene una línea muy pasiva frente a quienes lo acosan y amenazan. Por una parte, intenta conseguir aplazamiento del pago de sus deudas e intenta obtener apoyo económico de la Unión Europea, lo que es imposible porque lo que le interesa a las oligarquías de todos los países es seguir obligando a los países con menos ingresos a hacer recortes (en esa forma se rescata a los bancos y se ayuda a los grandes comerciantes; Los ricos se hacen cada día más ricos y los pobres más pobres. Es el ideal del neoliberalismo: que exista fuerza de trabajo barata para desarrollar la industria y la banca). Por otra parte, intenta quedar bien con sus "socios", lo que origina descontento en la población griega.
El partido griego Syriza era la esperanza para la gran mayoría de la población, como actualmente lo es Podemos para una gran cantidad de la población española. Pero el gobierno griego está con las manos atadas y nadie le ha hecho caso en su demanda de que Alemania pague su deuda -desde los tiempos de Hitler- a Grecia (ver artículo del 16 de febrero en este blog). Parece que Alexis Tsipras no logrará llevar a cabo su programa político, con lo cual los partidos de derecha volverán a tomar el poder en un futuro medianamente cercano. En España, si bien es cierto Podemos avanza con mucho ímpetu -más que nada por el desmembramiento de la izquierda tradicional- no hay posibilidades reales de que algún día llegue a gobernar España. Y en caso de llegar al poder, se verá atado, más que lo es Syriza en Grecia en estos momentos.
Sólo queda una solución: que toda la izquierda se una, dejando de lado sus diferencias y se atreva a elaborar un programa verdaderamente radical, dejando de lado el temor a ser acusados de comunistas. Se debe retomar los verdaderos postulados de conquista de la clase trabajadora, sin caer en dogmatismos ni en el sectarismo.
Es hora de que se recupere la ideología proletaria y se la ponga en práctica. Se debe preparar un programa educativo, que tenga su base en los conocimientos históricos, de cómo se fueron desarrollando las sociedades, desde la antigüedad hasta nuestros días, que se inicie un debate en el que se planteen los verdadaros motivos de la desigualdad y la injusticia social y cómo superar la etapa del capitalismo, en cualquiera de sus expresiones o formas. Se debe esbozar un plan económico, en el que participen todos los ciudadanos y se debe crear conciencia sobre la imposibilidad de que algunos países sigan siendo más poderosos que otros, en el terreno económico y militar. Todos los países se necesitan entre sí, como todos los ciudadanos del mundo se necesitan entre sí. No se puede ganar con guerras ni con sanciones económicas ni de otra índole. Sólo se puede ganar con una repartición equitativa de las riquezas naturales, con acuerdos económicos que no desfavorezcan a los países más débiles, como ha sucedido siempre. Los países occidentales industrializados y tecnológicamente avanzados deben su estándar a los saqueos que se han cometido en otros países y continentes en distintas épocas de la historia. Algún día deben reconocer todo lo que sus antepasados robaron en otros países y deberían retribuir lo que se llevaron, muchas veces en forma cruenta y otras tantas engañosamente.
La industria automovilística alemana, por ejemplo, debe su auge y su desarrollo a la Alemania Nazi. Es hora de que se devuelva a Grecia lo que Hitler robó y por todos los daños que ocasionó, tanto en saqueo y destrucción, tanto de su economía como de la vida de muchos inocentes (ver ejemplo), no sólo a Grecia sino también a otros países. Los antiguos imperios coloniales y los actuales países imperialistas deben compensar a los países que han dominado económicamente durante siglos (los primeros) y décadas (los segundos) otorgándoles ayuda económica sin exigencias de ninguna naturaleza, sin continuar el actual estado de dominación.
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