Cuando alguien nos ataca tenemos que defendernos. No debemos aceptar que nos maltraten ni que intenten matarnos, no debemos aceptar que se nos quite lo que nos pertenece. Si aplicamos la defensa en esos casos podemos hablar de derecho a defenderse. En ninguno de los casos se justifica que se mate a quien nos hiere o hace daño, a menos que sea en un caso extremo. Solo entonces se puede hablar de legítima defensa.
Supongamos que alguien entra a nuestra casa, nos quita nuestras pertenencias y, además, nos acorrala en un rincón del patio y nos dice que, a partir de ese momento, sólo podemos utilizar esa parte de la propiedad. Todo lo demás se lo queda el agresor: toda la edificación con sus dependencias. El invasor se queda con todas las habitaciones, el baño, la cocina, las salas de ocio, todo lo que pueda brindar placer o bienestar y que satisfaga todas sus necesidades. Además, se queda con la mayor parte del patio.
Nos quedamos en ese rincón del patio, sin techo, sin protección alguna. Buscamos unos palos y fabricamos una choza, ponemos un techo con hojas de algún árbol o algunos trozos de piel o de tela que recogemos de la basura. No es suficiente para protegernos del calor por el día ni del frío por la noche. Pero eso no es lo peor, porque no tenemos comida y tenemos hambre. Nos acordamos de que habíamos plantado unas hortalizas y vamos a recogerlas. También tenemos aves de corral. Pero cuando llegamos al lado del patio, donde están las hortalizas y las aves, descubrimos que el invasor ha puesto alambradas. Y vemos cómo el nuevo "dueño" de la casa recoge los frutos y se come los huevos de las aves, incluso las aves mismas. Eso sí, luego nos vende algo de la cosecha, como también nos vende un poco de agua y nos arroja unos trozos de pan que le ha sobrado, como quien alimenta a unos perros.
Protestamos y nos quejamos. Pero el agresor se ríe y nos amenaza, nos echa unos perros y tenemos que escondernos en el poco espacio del que tenemos para protegernos. El agresor dice que en su casa tiene que haber respeto, que no hagamos ruidos, que no protestemos porque todo eso le ocasiona molestias, que nos las arreglemos como podamos.
Cansados de esas humillaciones contactamos a la comunidad del sector residencial, con quienes el nuevo "propietario" mantiene muy buenas relaciones económicas. Los representantes de la comunidad nos dice que tenemos que aceptar las nuevas condiciones, que sí, que es verdad que nosotros también tenemos derecho a un trozo de lo que era nuestro, pero tenemos que someternos a lo que diga el nuevo vecino, porque él tiene la fuerza. Es más, la comunidad le proporciona armas al agresor, para que pueda mantener el orden.
Nosotros somos dos padres, varios hijos, un par de abuelos y algunos primos. Supongamos que somos unas doce personas. Todos juntos nos tenemos que hacinar en esa pequeña choza fabricada con palos y basura. Entre todos tenemos que repartirnos los restos de comida que nos vende o "regala" el nuevo propietario de nuestra propiedad.
Alguno de nuestros primos decide romper las alambradas y roba un par de huevos y algunos tomates. Pero es descubierto y es acribillado. Lo matan y lo dejan pudrirse en el patio. Antes de eso se abalanzan sobre nuestra choza y la destruyen. Y nos limitan aún más, ahora tenemos que irnos fuera de nuestra propiedad, nos lanzan a la calle. Pero no tenemos donde irnos. Volvemos a fabricar una choza, en la calle, que da a un descampado. Hay una pequeña parte de ese descampado que podemos utilizar. El resto está limitado por más alambradas y al otro lado hay más nuevos vecinos, que se apoderan de todo lo que está en su derredor.
Un nuevo familiar nuestro ataca a los ladrones de propiedades, a los invasores. Con ingenio y ayuda de alguien que le suministra utensilios y materiales fabrica una bomba y la tira contra lo que antes era nuestra casa y logra romper una parte de la pared. Entonces viene el agresor y busca al familiar que intentó recuperar (o, por lo menos, protestar) algo de lo nuestro. Lo capturan y lo matan y, además matan a dos hermanos suyos (menores de edad) y destruyen la nueva choza. Y viene la comunidad y dice que va a apoyar al agresor a defender sus derechos y le entrega más armas para protegerse de nosotros, para protegerse de quienes somos los legítimos dueños de una propiedad ocupada. Luego suceden cosas más graves, algunos de nuestros familiares entran a la propiedad y ocasionan destrozos, muertes y hasta logran hacerse de rehenes. Es una respuesta de extrema desesperación. Entonces el invasor usa todas sus armas y aniquila todo lo que le queda a nuestra familia y matan a la mayoría, que nada tenía que ver con quienes emprendieron la arriesgada aventura. Finalmente, de los doce miembros de la familia sólo quedan dos, todos los demás han muerto, por participar en los ataques contra el invasor o por ser hermanos o hijos. Se los castiga a todos por igual. Y a los dos que quedan se los confina a un lugar aún más extremo del descampado y se los deja sin absolutamente nada.
Pues eso es lo que ha estado ocurriendo en Palestina, desde hace 75 años. Los terroristas sionistas que quemaron hoteles y barcos ingleses, matando a miles de personas (VER EJEMPLO) antes de la fundación de Israel, lograron convencer a los gobernantes de otros países para que los israelíes se apoderaran de tierra palestina para fundar ese moderno Estado, con el cual podrían hacer muchos negocios en el futuro. Y desde entonces, día tras día, año tras año, los sionistas israelíes han ido incorporando más y más territorios a ese nuevo Estado, surgido de la nada. Los palestinos se han defendido, pero sus reclamos no han sido atendidos. Muchos países los han apoyado y defendido en las Naciones Unidas. Incluso se han tomado determinaciones exigiendo a Israel que retroceda, que no permita que sus colonos sigan invadiendo territorios palestinos. Pero Israel ha hecho caso omiso de sus resoluciones (VER). Y han sido apoyados siempre por Estados Unidos de América, el "policía" del mundo.
Las políticas de Estados Unidos y sus aliados europeos, más la indiferencia de muchos países árabes, han originado el nacimiento de grupos como Hamás, que defienden los intereses de los verdaderos propietarios de los territorios palestinos. Esos grupos luchan contra un Estado terrorista, que ha usurpado los derechos de toda la nación palestina. Son terroristas, sí, pero no menos que los terroristas gobernantes de Israel. La diferencia está en quiénes son los que tienen más derecho a defenderse, los invasores o los verdaderos propietarios de esas tierras.
Estados Unidos y sus fieles aliados europeos (incluyendo al presidente español Pedro Sánchez) dicen que Israel tiene derecho a defenderse. Los invasores, los usurpadores, los asesinos y ladrones tienen derecho a defenderse. Los palestinos no tienen derecho a exigir que se les devuelva lo que les pertenece.
No obstante lo anterior, lo que se debe hacer ahora es encontrar una solución que satisfaga a las dos naciones, tanto la israelí como la palestina. Hay que forzar una paz con una fuerza internacional que frene a los dos bandos y que los obligue a buscar una solución diplomática, no militar. Para ello, los países occidentales y Estados Unidos deben dejar a un lado sus propios intereses militares y económicos en el Oriente Próximo.
¿Se logrará la paz o se crearán las bases para el hundimiento y la exterminación de todos?
NUEVOS ENLACES SOBRE ACONTECIMIENTOS DESDE ANTES DE LA FUNDACIÓN DE ISRAEL Y SOBRE LA ACTUAL SITUACIÓN EN PALESTINA:
EL IRGÚN Y LA BANDA STERN
ORIGEN TERRORISTA DE ISRAEL
¿CUANDO NACIÓ EL TERRORISMO EN ISRAEL?
ESTADOS UNIDOS, EL MAYOR RESPONSABLE
SOBRE EL DERECHO A LA DEFENSA, VOLTAIRE.NET
