No es fantasía ni son sueños. Tal vez son menos noches que mil. O más. No importa el número. Quizá usar el símbolo de infinito. Pero sería mentira, pues nada es infinito, excepto el Universo. Aunque algunos tal vez sigan insistiendo en que hay un abismo al final de la última galaxia y así se explicarían las palabras del Génesis. Y volveríamos a creer que la Tierra es plana. No se quizo decir sólo un trozo del planeta, que abarca el Medio Oriente u Oriente Próximo o como se le quiera llamar, el infierno de todos los días, porque un pueblo cree ser el elegido por Dios.
He llegado a una edad en la que lo más importante es leer y escribir. Los volúmenes de libros llenan nuestras mesas e invaden todos los espacios de la oficina, del dormitorio y del comedor. Se abre uno, a propósito en una página determinada y luego se salta a uno de los tantos diccionarios. Vamos a buscar el origen de la palabra, no sólo el significado. Pero buscar una palabra lleva a detenerse a analizar muchas otras. No importa si ya sabes mucho sobre esa palabra, quieres saber más. Es como una cadena y es imposible romperla. Y luego otro libro, vamos a ver si nos distraemos un poco y pensamos menos. Pero vuelve a pasar lo mismo. Y van surgiendo las ideas, nuevas algunas, otras antiguas que renacen. Es como ir de paseo una mañana por el bosque y encontrar un mundo nuevo, distinto al del día anterior, aunque nos parezca el mismo. Y pensar que para muchos seres diminutos ese mundo cambia a cada segundo. Y nuestros pies van cambiando aún más ese mundo cuando arrastramos en la zuela de nuestros zapatos millones de moléculas, trillones y trillones de átomos que forman las células de animales y vegetales.
El sueño aparece y los ojos se cierran. De pronto se vuelve a la realidad. Sí, el libro de tal o cual autor, aunque eso es lo de menos. Lo importante son las ideas que se expresan en el ensayo o en la novela. También está la Biblia, que algunos llaman Santa Biblia. Sí, a esta edad también es necesario volver a releerla, aunque no para usarla como refugio, porque no necesito refugio espiritual. Es buena fuente de referencia y es objeto de análisis crítico, ojalá los billones de personas que la han leido hubieran sido críticos al leerla. El mundo tal vez sería distinto al de la actualidad y el planeta no estaría amenazado como lo está. Quizá ya hubiéramos llegado a otro planeta, aunque no a otra galaxia. Aquello seguirá siendo sólo ciencia-ficción.
Bueno, bueno, pero además de los cientos de libros que nos rodean también está la pantalla del ordenador. Y allí nos zambulimos en la selva de las páginas web y de los blogs, que cada día son más y es más difícil elegir la lectura. Nos dejamos llevar por las últimas noticias y debemos esforzarnos para buscar lo que sea más relevante, lo más real, lo más verdadero. No es tarea fácil. Los motores de búsqueda y los servidores van cambiando la información. En algunos escritorios se van eliminando páginas que no conviene que todos los usuarios vean. Algunos autores de blogs las eliminan, se auto censuran si se dan cuenta de que han cometido graves errores, como una conocida ex Miss Universo, que afirma que todos los asiáticos son chinos. Cierra su cuenta en twitter porque dice que la han malinterpretado, pero sigue cometiendo el mismo error a pesar de que se autodefine como culta y habla varios idiomas. Otros autores son censurados y no pueden entrar a sus blogs para actualizarlos, como me ha pasado a mí en varias oportunidades.
Después de leer (mejor dicho, durante la lectura) vienen las reflexiones y el lector nocturno quisiera escribir sobre todos los temas que lee, porque todos parecen interesantes, tengan o no tengan razón sus autores. Muchas veces son un reto al ver la gran ignorancia que hay sobre algunos problemas. Lo peor son los comentarios que expresan lectores de artículos de blogs famosos o de periódicos. La mayoría de los comentarios son escritos con la peor de las ortografías y dejan ver mentalidades prácticamente nulas, atrofiadas, enajenadas, cegadas. Sin embargo, también hay comentarios sabios. Hay comentaristas que sorprenden, porque escriben mejor que el articulista, además de ser más objetivos y recurrir a hechos, en lugar de especulaciones.
Luego viene lo peor, cuando te decides a escribir y no hallas cómo ordenar tus pensamientos. Sería fácil si tuvieras que escribir sobre un solo tema. Pero te has metido en una selva llena de obstáculos, con lianas y bejucos, con hormigas de todos los tamaños y miles de otros animales grandes o pequeños. Tienes que ir haciendo un sendero para poder avanzar o saltar de un árbol a otro, muchas veces para evitar caer en un riachuelo.
Por fin logras separar los temas y empiezas con uno. Van surgiendo las palabras y los dedos parecen parte del engranaje de una máquina moderna, un robot, que se mueve más rápido que la vista y se van formando las frases. A veces es como si los dedos fueran más rápidos que el mismo pensamiento. Surge la tentación de contar alguna anécdota al mismo tiempo que das un ejemplo de algo, para explicar mejor una idea. Pero luego te das cuenta de que eso es muy personal, que lo que escribes no debe ser sobre tí mismo, a menos que hayas decidido escribir sobre tí desde antes de comenzar el artículo. Entonces sí tiene validez. De lo contrario sería una señal de narcisismo.
Después de varias horas recuerdas que tienes un organismo y éste necesita agua, quizá un café y hasta un pedazo de pan. Esto te incomoda, porque en ese momento eres importuno contigo mismo, eres importuno con tu yo intelectual. Pero te das cuenta de que necesitas sobrevivir para ser lo que quieres ser. De lo contrario no has obtenido absolutamente nada con haber dedicado tantas horas a la lectura y la observación, al análisis y las reflexiones.
Y he aquí que comienza toda una serie de interrogantes y preocupaciones. Al día siguiente (perdón, hoy) tal vez tienes que viajar o debes solucionar una serie de problemas domésticos: un vehículo que funciona mal porque unos ladrones te lo dañaron hace ya mucho tiempo, la reparación de una herramienta que debes usar en algún remoto lugar y que también te dañaron personas irresponsables, quizá deberás prescindir de comer carne por algunas semanas porque no te alcanza el dinero, posiblemente deberás privarte de comer frutas o muchas cosas que son necesarias para la dieta... Pero finalmente triunfa la razón, no a las preocupaciones, no a la mezquindad de pensar tanto en tí. Lo más importante es expresar ideas que están guardadas, ideas que crees pueden ser útiles para alguien, aunque no sea hoy ni mañana sino tal vez dentro de veinte años, cuando un investigador descubra viejos aparatos en un desván o en un sótano, que se ha salvado milagrosamente de la radiación y del fuego de la última catástrofe ocasionada por el ser humano, que ha asolado nuestro planeta.
Las horas pasan. El silencio es absoluto. Todos duermen en casa y en el vencindario. De vez en cuando se oye un vehículo que acelera por una de las calles principales. El cielo empieza a aclarar y se empiezan a oir los primeros gorjeos de los pajarillos, que reemplazan los ladridos de un perro que un vecino deja en algún lugar estratégico de su patio para molestar a sus otros vecinos. El perro dejó de ladrar hace sólo algunas horas. Y lo gatos dejaron ya de maullar y voltear tiestos en el jardín, en sus correrías sexuales.
La alarma del automóvil de una vecina ya hace varias horas que no molesta; se pone a sonar todos los días, unas veinte veces, por lo menos. Si algún día alguien se lo roba, nadie se dará cuenta, porque ya se hizo una rutina oir la alarma cuando menos te lo piensas y te interrumpe un buen programa de televisión en el momento más interesante. Sólo te preguntarás qué pasa, por qué no ha sonado la alarma desde hace tantas horas...
Los libros siguen ahí, aunque han cambiado de lugar. El diccionario de Espasa o el Larousse, los diccionaios de inglés de Collins o Macmillan, el diccionario de sueco de Nordstedt. Algunos son libros que has tenido que comprar varias veces, dependiendo del país en el que has vivido. Por doquier hay libros de pedagogía y psicología. Pero los que más abundan son los de Economía Política, Filosofía, etc. Por supuestp que también hay novelas y selecciones de cuentos de los escritores más imporantes desde la antigüedad hasta nuestros días.
Muchos de esos libros están ajados, con las tapas sucias y hasta rotos, qué manera de cuidar las cosas diría una de esa personas que los tiene de adorno, para que se vea bien su biblioteca, junto a adornos artesanales, de porcelana china y de cabezas de animales exóticos que tal vez fueron cazados por su dueño a algún antepasado.
Bueno, es una noche de tantas noches. Pocas horas de sueño o quizá ninguna. Al día siguiente irás como un sonámbulo y te quedarás dormido apenas te sientes en algún sofá, si vas de visita a la casa de un amigo. Entonces te esforzarás por mantener los ojos abiertos mientras la gente habla a tu alrrededor o se dirige directamente a tí y te hace preguntas. Entonces, con la mejor sonrisa que puedas recuperar de tus momentos más felices o gestos aprendidos y aplicados mecánicamente tratas de esbozar una frase amable y de pronto te das cuenta de que la respuesta nada tiene que ver con la pregunta. Intentas bromear sobre tu estupidez y lo que consigues es ponerte más en ridículo. Más, como por arte de magia, de pronto logras empezar un discurso que interesa a todos los asistentes a la reunión o a los que están más cerca de tí. Y recibes, por algunos momentos, la gran satisfacción de aquellos que te dieron otros instantes que viviste en alguna de las clases que impartiste a miles de alumnos durante muchos años. Así la situación se salva por un periodo corto de tiempo. Pero luego te ataca de nuevo el sueño y debes ponerte de pie, con cualquier excusa. De lo contrario te quedarías dormido en cualquier instante y hasta roncarías delante de tus anfitriones.
Las teclas no dejan de sonar. Se oye el llanto de un niño y luego el grito de otro, que se prepara para ir a la escuela. Ya se oyen más vehículos y bocinazos. Entonces recuerdas que no estás en Suecia en esos momentos sino en un país latinoamericano, en el que pronto empezarán a gritar los vendedores o reparadores de artefactos o tuberías, ofreciendo sus servicios. Es una serie interminable de la mañana a la tarde. También pasa un camión que en altavoces lleva una grabación ofreciendo comprar metales o restos de aparatos defectuosos.
También se oyen truemos a lo lejos. Nuevamente habrá lluvia en una ciudad en la que nunca antes llovía en esta época del año. Ahora llueve todos los días y el tráfico colapsa en varios puntos de la ciudad. Los pequeños automóviles se hunden en grades charcos ocasionados por enormes huecos y por la falta de drenaje adecuado. Debería recomendarse a los usuarios no salir cuando llueve mucho. Es una pérdida de tiempo para todos, con las enormes colas que se forman en casi todos los barrios. Algunas calles parecen verdaderos ríos, que hay que atravesar sin zapatos y con los pantalones subidos hasta más arriba de las rodillas, por las partes menos inundadas. Muchos comercios están vacíos, con sus puertas semiabiertas y sus expendedores con la vista clavada en el agua que se escurre por doquier y amenaza con entrar a sus locales. Esto se puede ver a cualquier hora del día, porque la lluvia aparece de pronto y sorprende a todos los transeúntes.
Ya es hora de desayuno para la gran mayoría de los habitantes de la ciudad. Para el lector-escritor nocturno es hora de dormir, aunque sea sólo una media hora... ojálá que su trabajo sirva de algo...
Nota del 2 de diciembre.
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