Nuevamente se comete el error de acusar a la especie humana de ser la culpable de todas las calamidades más grandes del mundo. Se lo ha hecho en la Historia, con el apoyo de leyendas y profecías religiosas, ya desde la Antigüedad. Diluvios y pestes eran los castigos de los dioses para castigar a los pecadores, que pretendían igualarse a ellos. La justificación de esos castigos eran la "soberbia", porque los humanos querían saber más y hacer cosas que sólo podían hacer los dioses.
Ahora se acusa a la Humanidad de ser la culpable del cambio climático. Y nuevamente se confunden los términos. El cambio climático es algo natural, que ha existido siempre y por eso nuestro planeta ha cambiado constantemente, pasando de épocas de excesivo calor hasta eras de hielo. Nadie puede ser culpable de que algo natural se siga repitiendo. Lo que es grave es que el cambio climátivo se ha visto acelerado (aumentado con rapidez), hasta alcanzar límites que hace unas décadas ni siquiera se podía suponer. Cada año, la temperatura aumenta considerablemente, a nivel global. Por eso aumentan los fenómenos metereológicos, que siempre han existido, pero que ahora se ven multiplicados. El resultado: inundaciones, sequía e incendios que son muy difíciles de controlar.
La Humanidad no es la culpable de esta aceleración del cambio climátido, sino los sistemas de gobierno y la voracidad de los grandes emporios económicos, de las grandes empresas, los dueños de fábricas (entre ellas, las fábricas de armas y municiones), de las mejores tierras agrícolas y ganaderas, además de la mayor parte de los recursos energéticos, de la gran tecnología, de los sistemas de transporte, etcétera. Son ellos los culpables, no el ciudadano corriente, que tiene que aceptar lo que impongan los bancos, las compañías de seguros y la burocracia. Se organizan foros internacionales y se firman tratados, pero es muy poco el esfuerzo que se hace para limitar aún más las emisiones de CO2 y de otros gases que contaminan el ambiente.
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