Ha empezado un nuevo año, que ojalá sea mejor que el anterior. En el mundo entero hay fiesta. Fuegos artificiales, abrazos, gritos y risas. Esta noche se bebe y se come en exceso. Mañana habrá que lamentar muchas pérdidas materiales y humanas en miles de accidentes de tránsito, en incendios a causa de cohetes y petardos. También habrá rencillas familiares, riñas, asaltos y crímenes de toda índole. Y la vida seguirá, como antes, pero en un nuevo año. Eso sí, con muchas nuevas esperanzas.
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Siempre tuve cierta nostalgia (a veces, demasiada) en estas fechas. Cada vez que se acercaba un año nuevo, especialmente horas o minutos antes, me embargaba una tristeza, al recordar otros años, en distintos países. Algunos recuerdos me llevaban a encontrarme con mi madre, en un pequeño pueblito del sur de Chile, sumida ella en un mar de amarguras, de lo que yo no entendía su origen. Otros me llevaban al orfanato, en San Felipe, en donde viví con uno de mis hermanastros, mientras mi madre vivía en un tubo de alcantarilla, en las afueras de Santiago, con una pierna enyesada (escayolada). Eso me llevaba, inevuitablemente, a recordar el terremoto y maremoto del año 1960, que arrasó con muchas aldeas y hasta un puerto (Corrales) en el sur de Chile.
oViajando en el tiempo, en forma vertiginosa, recordaba esas fechas de fiestas en Perú y en Rumania, al comienzo del exilio. Y recordaba fracasos, éxitos y aventuras. Recordaba personas a las que, sin querer, hice sufrir. Recordaba a mucha gente que me había ocasionado daño y arruinado económicamente en varias oportunidades. Recordaba amigos queridos a los que nunca pude volver a ver. Muchos de ellos murieron. Algunos de ellos, después de haber sufrido horribles torturas.
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Recordaba viajes, buscando a un padre que no pude encontrar. Y buscando a un hijo, que tampoco pude localizar. Las esperanza de conocer a mi padre se esfumaron para siempre, cuando supe que había muerto. La esperanza de volver a ver a mi hijo se devanecía, sin saber por qué. De su parte sólo he obtenido silencio.
Todo eso me acompañaba y se incrustaba con fuerza en mi cerebro, año tras año. Y era en estas fechas cuando parecían unirse, como si hubieran ido acumulándose en mi cabeza, hasta rebasar la capacidad de mi "recipente" mental.
Este año es diferente. Ya no siento nostalgia. Me siento más tranquilo y lúcido que nunca. Quizás sea porque he tenido la oportunidad de leer mucho más de lo que he leido en varios años. He leido varios libros en menos de un mes, aparte de cientos de artículos y reportajes interesantes en Internet.
No estoy preparado para escribír, aún y no sé cuando lo estaré. Ni siquiera sé si lo estaré algún día. Creo que me acerco a la meta. Pero si no llego a ella, no importa. Por lo menos lo he intentado. Esa es la diferencia con los años anteriores. Me siento resignado y acepto mi destino. No espero ni exijo nada. Que venga lo que venga. Hay millones de seres humanos en el planeta que podrán hacer mucho más de lo que pudiera hacer yo. Por lo tanto, no debo sufrir por no haber logrado los objetivos que me planteé cuando todavía era un adolescente.
He hecho el siguiente comentario en uno de los pocos periódicos en los que se puede confiar (aunque no plenamente):
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"Buen artículo y muchas ambigüedades de algunos de los comentaristas. Parece que es fácil dejarse influenciar por las farsas y shows que intentan desacreditar a científicos que han hecho un buen trabajo.
Suponiendo que hubo manipulaciones por algunos científicos (que no lo creo), las mediciones que se han hecho en el mundo entero son irrebatibles. El cambio climático va muy rápido, mucho más de lo normal. Y no se trata de religión el querer salvar la tierra. No se trata de dogmas. Se trata de ciencia y realidad. Si bien es cierto aún habrá muchos inviernos fríos en Europa y Estados Unidos (VER), estos son cada vez más cortos y los veranos más calurosos. Las inundaciones, en algunas regiones y las sequías, en otras, aumentan. No cerremos los ojos a esa realidad y colaboremos todos para salvar nuestra morada en este hermoso planeta".
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No podemos remitirnos a uno o dos informes (o a uno o un grupo) de científicos. Lo que corresponde es leer muchos informes, de muchos científicos (de distintos países) para lograr una visión objetiva.
También hay que entender que hay empresas multinacionales interesadas en desmentir las noticias que pueden afectar sus intereses. Esas empresas pueden tener inversiones en industrias de la energía, tanto petroleras como de otra índole. Su poder económico les permite tener paquetes de acciones en distintos ramos de la producción y servicios, además de los bancos y empresas financieras, en compañias de seguros, en industrias de armanento, etc. Recordemos a grandes capitalistas que tienen inversiones en las mismas empresas, aunque son enemigos o tienen ideas totalmente opuestas, como es el caso de la familia Bush y la familia de Bin Laden y hjasta el mismo Bin (ver).
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De acuerdo a las fluctuaciones de las bolsas de comercio los directivos de esas empresas pueden trasladar sus capitales, de tal modo de ganar siempre, mientras los medianos y pequeños empresarios (y trabajadores) deben asumir las pérdidas.
Esas son las cosas que se evitaron tomar en cuenta en la cumbre de Copenhague, por ejemplo.
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ENLACES A MIS ARTÍCULOS SOBRE LA CUMBRE DE COPENHAGUE:
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