No fue fácil encontrar un título para esta entrada o artículo. Podría haber usado una serie de epítetos, cada cual más hiriente. Pero ninguno de ellos habría sido suficiente para definir al hijo de ricos, representante de la Oligarquía venezolana, Henrique Capriles Radonski. Primero, porque a menudo este personaje ha hecho declaraciones absurdas y malintencionadas. Segundo, porque es un hipócrita, lo que ha mostrado con sus acciones contradictorias. Un día, por ejemplo, reconoció el triunfo de Hugo Chávez en la última elección presidencial del 8 de septiembre (VER), siendo él candidato derrotado en esa contienda. Pero al día siguiente dijo que las elecciones habían sido fraudulentas. Cuando se supo de la muerte del presidente en ejercicio -de acuerdo a una sentencia del TSJ y a la Constitución- simuló tristeza y expresó palabras de condolencia. Pero toda su trayectoria, desde su militancia en las bandas fascistas cuando era joven, hasta su actual cargo dentro de la MUD como canditado eterno "para lo que sea", pasando por sus acciones directas como instigador a la violencia y represor cuando atacaba la embajada cubana en 2002 y cuando perseguía (junto a Leopoldo López y otros bandidos) a quienes habían sido autoridades legales durante el gobierno del presidente Chávez, cuando lo derrocaron por 48 horas (VER).
Un día de noviembre de 2011, cuando Capriles iba en una de sus muchas caravanas de vehículos que recorrían las ciudades, entorpeciendo el tránsito de las calles de Maracaibo, tuve contacto visual con él en la calle 45, a unos 150 metros de la Avenida Fuerzas Armadas, llegando al supermercado ENNE. La fila de vehículos en el sentido que yo iba, avanzaba lentamente. En sentido contrario venía la caravana, que se oía desde muy lejos gracias a los equipos de música y arengas grabadas del candidato a las elecciones primarias. En uno de los camiones venía el candidato Capriles, de pie y saludando, junto a una veintena de escoltas.
Me habría gustado detenerme y desafiarlo a un diálogo, con riesgo de que me atacaran sus escoltas o seguidores. Me habría gustado desenmascararlo y emplazarlo a decir la verdad, puesto que su campaña estaba basada en mentiras y tergiversaciones, lo que es muy común para la derecha venezolana y casi todas las derechas del mundo. Sabía que tenía que contenerme. Jamás tendría la oportunidad de decir algo. Entonces, producto de mi impotencia y lamentando no aprovechar esa oportunidad para expresarme de alguna manera adecuada, hice lo único que creía era posible hacer, dadas las circunstancias en ese momento. De forma espontánea abrí la ventana de mi automóvil y le hice un gesto obsceno cuando lo tenía a solo quince metros de distancia. Su vehículo y el mío iban a vuelta de rueda, estaban casi detenidos. Entre el bullicio de sus equipos de música y los bocinazos de la caravana, mezclados con algunos bocinazos de la fila en la que yo iba, Capriles me señaló con una mano y comentó mi gesto con sus acompañantes. Se reía, encontraba mi gesto como algo jocoso, para nada insultante. Continuaba riendo y lo comentaba con su gente volviendo a señalarme con la mano, como si se tratara de una broma graciosa. Más tarde me arrepentí de haber hecho ese gesto. Esa no es esa la forma de enfrentar a los adversarios. Mi gesto no lo molestó pero me hizo rebajarme a su nivel.
Este personaje ha estado conspirando todo el tiempo, desde que Hugo Chávez fuera elegido presidente de Venezuela. Durante las últimas semanas ha viajado con frecuencia a Miami y Nueva York, donde se reúne con banqueros prófugos de la justicia venezolana y con agentes de la derecha norteamericana.
Demostrando gran ignorancia, falta de respeto o ambas cosas, Capriles ha acusado al TSJ de avalar un fraude, porque se ha explicado que de acuerdo a una sentencia de enero de este año (VER DECLARACIÓN DE NICOLAS MADURO) (VER LA SENTENCIA DEL TSJ) el vicepresidente Nicolás Maduro es juramentado Presidente Encargado (que muy bien puede ser interpretado como provisional, temporal o interino), puesto que el nombramiento comprende desde el momento del juramento hasta que se proclame a un presidente electo en eleción universal y secreta, como lo demanda la Constitución. Por otra parte, lo primero que hizo Maduro fue instar al Consejo nacional Electoral para que convocara a nuevas elecciones presidenciales en el plazo de 30 días, como lo indica la Constitución.
Capriles y sus aliados saben que tiene muy pocas posibilidades de ganarle a Nicolás Maduro en futuras elecciones presidenciales. Por eso empieza a reimpulsar la misma estrategia de hace mucho tiempo, que implica deslegitimar al gobierno, tratar de "demostrar" que los socialistas no respetan la Constitución, lo que puede allanar el camino para una invasión extranjera o un Golpe de Estado que, en el supuesto caso que se lograra llevar a cabo, se intentaría justificar argumentando que "puesto que el gobierno ha violado la Constitución, no es legítimo" y sin embargo es legítimo derrocarlo. Cualquier acción anti constitucional de los invasores o de los golpistas sería interpretada como respuesta a un "régimen dictatorial". Eso es lo mismo que se ha hecho en todos los Golpes de Estado o intervenciones que han llevado a cabo Estados Unidos y otras potencias coloniales e imperialistas.
La hipocrecía y la desverguenza de este parásito de la sociedad es tal que, a pesar de no reconocer al actual gobierno interino encabezado por Nicolás Maduro, seguramente estará dispuesto a aceptar ser candidato de la MUD, que ya lo ha propuesto como tal. Así seguirá mezclando acciones que se suponen democráticas, al participar en los procesos electorales del país con acciones desestabilizadoras, para devolver el poder a la alta burguesía venezolana y a las empresa multinacionales.
En su desfachatez y supuesta ignorancia ataca a Nicolás Maduro diciéndole que "A tí nadie te ha elegido", como si maduro hubiese sido proclamado presidente, lo que no es cierto. De acuerdo a su puesto de vicepresidente y de acuerdo a la Constitución, Maduro ha sido juramentado presidente temporal (que se ha denominado encargado pero que significa lo mismo) y tiene derecho a ser candidato a presidente. Por eso, de acuerdo a la Constitución, será el pueblo el que decidirá quién sea el próximo presidente, si se convoca a elecciones en el plazo de 30 días.
¿De qué tiene miedo, entonces, el posible futuro candidato de la derecha?
VER REPORTAJE Y VÍDEO EN PANORAMA
Este personaje ha estado conspirando todo el tiempo, desde que Hugo Chávez fuera elegido presidente de Venezuela. Durante las últimas semanas ha viajado con frecuencia a Miami y Nueva York, donde se reúne con banqueros prófugos de la justicia venezolana y con agentes de la derecha norteamericana.
Demostrando gran ignorancia, falta de respeto o ambas cosas, Capriles ha acusado al TSJ de avalar un fraude, porque se ha explicado que de acuerdo a una sentencia de enero de este año (VER DECLARACIÓN DE NICOLAS MADURO) (VER LA SENTENCIA DEL TSJ) el vicepresidente Nicolás Maduro es juramentado Presidente Encargado (que muy bien puede ser interpretado como provisional, temporal o interino), puesto que el nombramiento comprende desde el momento del juramento hasta que se proclame a un presidente electo en eleción universal y secreta, como lo demanda la Constitución. Por otra parte, lo primero que hizo Maduro fue instar al Consejo nacional Electoral para que convocara a nuevas elecciones presidenciales en el plazo de 30 días, como lo indica la Constitución.
Capriles y sus aliados saben que tiene muy pocas posibilidades de ganarle a Nicolás Maduro en futuras elecciones presidenciales. Por eso empieza a reimpulsar la misma estrategia de hace mucho tiempo, que implica deslegitimar al gobierno, tratar de "demostrar" que los socialistas no respetan la Constitución, lo que puede allanar el camino para una invasión extranjera o un Golpe de Estado que, en el supuesto caso que se lograra llevar a cabo, se intentaría justificar argumentando que "puesto que el gobierno ha violado la Constitución, no es legítimo" y sin embargo es legítimo derrocarlo. Cualquier acción anti constitucional de los invasores o de los golpistas sería interpretada como respuesta a un "régimen dictatorial". Eso es lo mismo que se ha hecho en todos los Golpes de Estado o intervenciones que han llevado a cabo Estados Unidos y otras potencias coloniales e imperialistas.
La hipocrecía y la desverguenza de este parásito de la sociedad es tal que, a pesar de no reconocer al actual gobierno interino encabezado por Nicolás Maduro, seguramente estará dispuesto a aceptar ser candidato de la MUD, que ya lo ha propuesto como tal. Así seguirá mezclando acciones que se suponen democráticas, al participar en los procesos electorales del país con acciones desestabilizadoras, para devolver el poder a la alta burguesía venezolana y a las empresa multinacionales.
En su desfachatez y supuesta ignorancia ataca a Nicolás Maduro diciéndole que "A tí nadie te ha elegido", como si maduro hubiese sido proclamado presidente, lo que no es cierto. De acuerdo a su puesto de vicepresidente y de acuerdo a la Constitución, Maduro ha sido juramentado presidente temporal (que se ha denominado encargado pero que significa lo mismo) y tiene derecho a ser candidato a presidente. Por eso, de acuerdo a la Constitución, será el pueblo el que decidirá quién sea el próximo presidente, si se convoca a elecciones en el plazo de 30 días.
¿De qué tiene miedo, entonces, el posible futuro candidato de la derecha?
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