El aplauso es por su persistencia y su valentía, al lograr imponerse ante una mayoría fanática, de acuerdo a las leyes y a la declaración de un estado aconfesional.
Nadie debe imponer sus creencias a otras personas. Cada cual es libre de decidir qué religión profesa o no profesar religión alguna. Más aún, ningún padre debe inculcar a sus hijos una religión. Estos deben poder decidir por sí solos, cuando obtengan la mayoría de edad, cuando ya sepan pensar por sí mismos.
Por eso es injusto bautizar o hacer partícipes a los niños de cualquier rito religioso. Ellos no tienen capacidad suficiente para elegir una religión, que muchas veces ni siquiera es entendida por sus padres.
Por eso en las escuelas públicas no debe haber símbolos religiosos de ninguna naturaleza. Tampoco debe existir símbolos religiosos en otras entidades públicas. Lo que sí debe existir son los símbolos que identifican a todos los habitantes o ciudadanos con el país al que pertenecen o de la región en la que viven, porque eso es la confirmación de una identidad ciudadana.
Lorenzo e Isabel tienen toda la razón al exigir que se quitasen los crucifijos de las aulas. Más aún, esos crucifijos deben desaparecer de cualquier otro rincón de todas las escuelas públicas.
En cuanto a las escuelas religiosas, por supuesto que nadie puede exigir que se quiten ni esos ni otros símbolos, puesto que los padres de los alumnos han decidido educarlos en un ambiente religioso, para lo cual tienen plenos derechos, aunque no sea justo para sus hijos. Pero nadie puede impedirles que hagan uso de sus creencias para edicarlos.
ENLACES:
LOS PADRES DE ALMENDRALEJO
AGNOSTICISMO
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