La Humanidad se ha visto afectada, en muchas ocasiones, por grandes epidemias y pandemias. Casi nunca ha habido épocas libres de epidemias. A veces éstas afectan a un territorio o país, otras veces han sido afectados territorios más grandes e, incluso, todos los continentes. Algunas epidemias son ocasionadas por virus, otras por bacterias. Hay zonas en que las enfermedades son endémicas, se mantienen en el mismo sitio durante muchos años y a veces por siempre. Esto ocurre más frecuentemente en los países tropicales, a causa de la proliferación de mosquitos u otros insectos o roedores.
Por otra parte, siempre ha habido guerras, por distintos motivos. Las principales causas fueron etnológicas, religiosas o económicas. Las guerras parecen perennes en algunos lugares, como es el caso del Oriente Próximo. A veces son de corta duración o sólo de algunos años, aunque vuelven a renacer periódicamente. Ha habido guerras civiles o entre países. Incluso ha habido dos guerras mundiales. Los imperios de todas las épocas han sometido a otros pueblos, mediante la violencia u otras medidas con las que consiguen apoderarse de ellos y dominarlos. Para que esa dominación sea efectiva y duradera, se recurre a las guerras o sanciones económicas que destruyen la economía de las naciones afectadas.
Muchas civilizaciones sucumbieron ante la aparición de otras nuevas. Tribus, ciudades o países lucharon entre ellos y fueron siempre los vencedores los que impusieron sus culturas. Pero también hubo hambrunas y catástrofes naturales, que frenaron el aumento de la población y el avance científico y tecnológico.
A lo anteriormente mencionado, tenemos la influencia de la actividad económica humana, principalmente de grandes empresas, que está destruyendo el equilibrio ecológico de todo el planeta. Uno de los ejemplos es el aceleramiento del cambio climático, que nos hará entrar, antes de tiempo, en una nueva era glacial, el resultado posterior a un calentamiento global que hará muy difícil la existencia de vida en el planeta, por lo menos de organismos pluricelulares, fundamentalmente de los mamíferos.
Todo lo indicado hasta aquí (en esta entrada) indica verdades irrefutables. No son producto de la imaginación ni tener su origen en una determinada ideología política. Son hechos demostrados por restos arqueológicos, escritos antiguos o testimonios de supervivientes. Ahora, si entramos al campo de la especulación, podemos emitir distintas hipótesis o teorías que puedan dar respuestas a muchas interrogantes sobre lo que ha pasado y sobre lo que puede pasar en el futuro. Una de esas especulaciones podría confirmar vaticinios de escritores como el economista Thomas Malthus, que afirmó que el principal problema de la sociedad humana era el exceso de población, lo que tenía que ser contrarrestado por la muerte de gran parte de la población. Para él, la miseria era una ley natural, que permitía limitar el aumento demográfico.
Si pensamos en forma pesimista podemos llegar a creer lo que dicen algunos escritos religiosos, que se basan en la supuesta incapacidad del ser humano de poder mantener conductas adecuadas. De acuerdo a esto es necesario el castigo de un ser supremo, que nos envía "pruebas" para que nos redimamos mediante el sometimiento a una determinada religión.
Sin embargo, lo que necesitamos es, simplemente, tener buen sentido común. Necesitamos buenos líderes políticos, que sepan elegir a los mejores expertos en cada rama del saber y de la ciencia, además de ser capaces de consultar a la gente común. No basta con la opinión de expertos o científicos, aunque tampoco se los puede dejar a un lado, por supuesto. También necesitamos que la gente se exprese y proponga soluciones. El pueblo no debe ser considerado como un rebaño de ovejas al que se pueda guiar sin darle la posibilidad de opinar. Además, no basta con dejar que opine. También se le debe otorgar el derecho de decidir. Indudablemente que hay muchas diferencias entre la gente. Los empleadores difícilmente van a estar de acuerdo con las propuestas de trabajadores. Cada grupo social va a querer hacer prevalecer sus derechos frente a los de otros grupos. Pero se debe buscar la forma de llegar a un consenso.
En el caso de las enfermedades virales, como se dijo en la anterior entrada, sabemos desde hace mucho tiempo, que tienen una enorme posibilidad de mutar. Las mutaciones son para mejorar su eficacia y poder contagiar a la mayor cantidad posible de huéspedes. Y aquí está la gran equivoción de la gente. Los virus quieren replicarse, seguir existiendo. Para ello necesitan un hogar y nosotros somos ese hogar. Si los virus pensaran, no querrían matar al huésped, porque lo necesitan. Naturalmente, no piensan, pero actúan como si lo hicieran. Nosotros también vamos cambiando, nos vamos perfeccionando como seres humanos. Lo hemos hecho siempre, desde tiempos muy remotos. En realidad, desde el comienzo de la existencia de nuestros antepasados, que pudieron ser asociaciones de bacterias que fueron dando (a través de millones de años) forma a formas de vida más avanzadas. Tenemos que recordar que en nuestros organismos albergamos billones de bacterias y virus. Son parte de nuestras células. El problema surge cuando hay un desequilibrio en el metabolismo, tanto de nuestro organismo como dentro de los microorganismos o en la interacción entre distintos seres. Por eso tenemos que cuidarnos, para poder estabilizar el equilibrio normal. Lo más importante de todo es no perder la razón, mantener la calma y buscar las mejores formas de protegernos.
Ampliación de esta entrada, 4 de diciembre, 2021.
El miedo a la nueva variante ómicron se ha apoderado de la mayoría de la gente, aunque esto se debe a la rapidez con las que se transmiten las noticias. Los medios de comunicación envían la información de forma inmediata a todo el mundo y la forma en que se dan las noticias contribuye a fomentar ese miedo. Como siempre, los medios de comunicación tienen gran influencia sobre la población, incluso de los políticos de muchos países.
En un país determinado se descubre la nueva variante, pero eso no significa en absoluto, que se haya originado allí. Pudo aparecer, por primera vez, en otro país, pero nadie se percató de ello. Es posible que dentro de algún tiempo se llegue a la conclusión de que esa variante tuvo origen en otro lugar del planeta. Pero eso no lo resaltan los medios, ni siquiera que se sabía que había casos similares en otros países, antes de que se descubriera en Sudáfrica.
La forma en que se ha informado de la pandemia, en general, ha sido muy difusa y contradictoria. A veces se ha dado amplia cobertura a detalles, en lugar de dar más importancia a lo más medular de una información científica o boletines de entidades sanitarias, como la OMS. Una recomendación se ha traducido como obligatoriedad o lo que se consideraba necesario y local se lo traducía como indispensable y general. Un ejemplo es el uso de las mascarillas, que siempre fue solo una recomendación y sólo en lugares cerrados o cuando es imposible (léase bien, imposible) mantener la distancia de seguridad. Muchas veces se ha querido demostrar "científicamente" que el uso de los confinamientos y cierres de aeropuertos (y después las mascarillas) había evitado mayor cantidad de contagios y muertes en muchos países. Pero eso es imposible demostrar. Además, los países en donde se aplicaron mayores restricciones, la pandemia se expandió con mayor fuerza. Por supuesto que hubo excepciones. En China se la detuvo casi completamente y después de haber llegado a 4 000 muertos, la cifra no aumentó mucho, apenas se produjeron unas 400 muertes, hasta ahora, desde marzo de 2020. En Venezuela se llegó a la cifra de 5 177 fallecidos. La mayor parte de los contagios, en ese país, se produjeron a causa de los viajeros llegados de Colombia (129 000), Brasil (615 000) y Ecuador (33 250). En Cuba se llegó a la cifra de 8 306 muertos. Hay que tener presente que, tanto Venezuela como Cuba han sido bloqueados económicamente y se les ha impedido adquirir los recursos necesarios para disponer de medicinas y alimentos. A pesar de eso, han logrado mejores resultados que muchos otros países del mundo.
En Alemania, los contagios no fueron muchos, al comienzo. Era uno de los países con mejores resultados. Sin embargo, desde que se adoptaron restricciones extremas, la pandemia aumentó considerablemente. Actualmente se ha llegado a la cifra de 103 000 muertos. En España, la cifra es de 88 200.
Mis amigos lectores pueden ver esos datos en varias páginas web como de la BBC, RTVE y muchas otras. Son cifras que se pueden comprobar muy fácilmente. ¿Cuántos medios de información han mostrado esos resultados? Probablemente, ninguno. Los medios que he puesto como ejemplos tienen esos datos como información estadística, pero en ningún caso las hacen resaltar.
En el caso de Suecia, el número de fallecidos ha llegado a 15 170, aunque en los últimos meses apenas se han registrado nuevos casos. Hay que tener presente que en Suecia no se usa la mascarilla. La recomendación es usarla solo cuando es absolutamente indispensable. Es verdad que la cantidad de muertos es mayor que en el resto de los países escandinavos, pero es mucho menor que en países como Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, España, etcétera. Si tomamos este ejemplo. ¿Puede alguien afirmar que las mascarillas son la solución? Si así fuera, en Suecia habría el triple o aun mayor cantidad de fallecidos.
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