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PRIMERA PARTE
Si no fuéramos humanos, nuestro mundo sería muy distinto. Sería más salvaje, sí. Pero no sería tan cruel ni caótico. No hay especie animal alguna que haya ocasionado tanto desastre como hemos hecho nosotros con nuestro planeta, amenazando nuestra propia existencia (VER): guerras, explotación despiadada de recursos y de la fuerza de trabajo, generación de riquezas para menos de uno por ciento de la población en los países desarrollados. Quizá el 0,001% en el mundo. Hay que tener presente que las grandes riquezas están en manos de una pequeña parte de la población de más de 7 000 000 000 de habitantes. En lols países asiáticos, africanos o sudamericanos y centroamericanos, la pobreza es abismal y la desigualdad es incalculable.
¿Por qué decir nosotros si no somos nosotros los que toman las decisiones? Al decir nosotros, nos podemos referir a la especie humana. Pero también se puede entender nosotros, como ciudadanos de a pie, comunes y corrientes. Como tales, no hemos sido capaces de elegir mejor a nuestros gobernantes. Nos hemos comportado como un rebaño de ovejas. Nos hemos dejado guiar por una jauría de perros, hemos acatado las órdenes y nuestros amos nos han convencido de que todo debe de hacerse de una u otra manera. Casi toda la maquinaria informativa está destinada a doblegar nuestra integridad y ser obedientes a nuestros amos.
Cuando se afirma algo como esto, no significa ser anarquista ni que se esté en contra de todos los gobernantes del planeta o sistemas de gobierno. Se puede simpatizar con muchos gobernantes y con algunos partidos políticos. Del resto, no se puede decir que sean malas personas. Cada uno tiene sus cualidades positivas y negativas. No se puede afirmar que haya malas intenciones en sus acciones o gestiones de gobierno o de oposición. Sin embargo, su condición de clase, sus intereses económicos y los de sus correligionarios -o de la clase social que representan- son los que dirigen sus ideas y propósitos.
¿Quiénes están en el poder? Con muy pocas excepciones es gente que pertenece a las clases sociales que tienen menos ingresos o menos preparación intelectual. La gran mayoría de los gobernantes o dirigentes de partidos políticos con representación mayoritaria en los congresos o cámaras de diputados o senadores, son empresarios o profesionales que han tenido posibilidades de ocupar puestos importantes, tanto en el servicio público como privado. Es una realidad que nadie puede desconocer. La democracia, en el absoluto sentido de la palabra, no existe, en realidad (VER). Los ciudadanos eligen a sus representantes pero estos no siempre hacen lo que sus electores quisieran. Una vez elegido el grupo de parlamentarios, alcaldes, consejeros, presidentes, etcétera, la opinión de los electores ya no se oye. La verdadera democracia incluiría consultas a los ciudadanos en asambleas periódicas o por interacción mediante reuniones de vecinos y/o de trabajadores. Con los adelantos en informática y la telefonía, todo se podría hacer en forma telemática, cuando fuere posible.
En AL FINAL DEL CAMINO se apuntarán algunas pautas sobre cómo debería gobernarse un país, de forma realmente democrática. Por supuesto que se trata de una opinión personal. Además, es una opinión que difícilmente será escuchada por gente que tiene puestos influyentes en instancias de poder. Sería maravilloso si algún día toda la gente pudiera hacer llegar sus opiniones a las altas esferas de la sociedad. Tal vez se podría encontrar mejores soluciones a los problemas que nos aquejan a todos.
CONTINÚA EN LA SEGUNDA PARTE
En AL FINAL DEL CAMINO se apuntarán algunas pautas sobre cómo debería gobernarse un país, de forma realmente democrática. Por supuesto que se trata de una opinión personal. Además, es una opinión que difícilmente será escuchada por gente que tiene puestos influyentes en instancias de poder. Sería maravilloso si algún día toda la gente pudiera hacer llegar sus opiniones a las altas esferas de la sociedad. Tal vez se podría encontrar mejores soluciones a los problemas que nos aquejan a todos.
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