No se trata de creer o no creer en Dios. No se trata de creer que Jesucristo es el hijo de Dios. Pero lo cierto es que la Navidad siempre se ha usado como una excusa para hacer consunir a la población. Todo se vende, en nombre de la Navidad. Desde los regalos hasta los fuegos artificiales, pasando por las diversas felicitaciones de todo tipo en todos losm medios de comunicación.
El mensaje llega a todas partes, por diversas formas. Los negocios aprovechan la fecha para sacar nuevos modelos de productos. Se adornan las vitrinas y los escaparates. Se ilumina absoluamente todo y se incita a toda la población a hacer los mismo. Yo creo que en los meses de octubre, noviembre y diciembre se compran más bombillos que en todo el año. Luces y más luces por doquier. En resumen: derroche energético. Todo en nombre de Dios.
Y pensar que Jesús predicó la modestia y la humildad, el no apego a las cosas materiales, al lujo y a la riqueza. Si Jesús hubiera descendido en el siglo XX o XXI de nuestra era, seguramente habría predicado la ecología y habría recomendado no derrochar ni consumir en la forma desmedida como se hace en el mundo.
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